La cicatriz de mi propia daga
No está mal esperar. Esperar que me importe que yo le importe.
Todos estos días he estado esperando.
Todas estas noches he estado olvidando.
Que quisiera que las bombas que pongo bajo mi asiento, no me hicieran, por una vez, estallar por los aires.
Despertarme y hacer una ensalada juntos. Fresca lechuga, tomate y rallar unas zanahorias.
Quisiera también, no conocer tan bien todos mis defectos que ya no puedo dejar de repetir.
Eco de todo lo que no me gusta en la educación que llevo tatuada en la frente.
Perderte por vos, a cien por ciento, y no por un monto inestimable de la influencia poderosa de mi idiotez.
No quiero decir todo lo que sé de mi mismo
Por miedo a escucharme y enterarme
Que me he mentido. Que me he dado cuenta pero no he podido cambiarlo.
Y que aún pienso demasiado, pensamientos que son siempre iguales y que ya no me fascinan.
Serán los años, los que me ponen así. A la paz de mi mismo, de la miníma guerra que me destruye lo que hay. Es inexplicablemente lo apropiado.
Casi nunca demasiado.
Un caminante agobiado.
Estandarte que no representa.
La eterna espera del olvidado.
1 Comments:
simplemente magnifico. yo tambien me fui porque me fui!
mflaureckis@msn.com
7:58 AM
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